Numerosos estudios han demostrado consistentemente que el VO2 máximo está directamente relacionado con la morbimortalidad cardiovascular en amplias cohortes epidemiológicas. Por tanto, es de vital importancia considerar esta variable como un indicador de nuestra salud cardíaca.
Un aspecto clave para mantener una buena salud cardiovascular es la actividad física, y una forma sencilla y efectiva de empezar, es mediante la práctica regular de caminar.
Iniciar con una meta de 5.000 pasos al día y progresar gradualmente puede tener un impacto preventivo significativo en la función cardíaca.
Otra opción es establecer como objetivo un consumo de oxígeno mínimo cercano a los 12 METS, lo que puede considerarse como la línea base para prevenir eventos cardiovasculares.
La capacidad y potencia aeróbica son indicadores clave de la salud cardiovascular. Por ello, realizar ejercicio de forma constante y ajustar su intensidad para adaptarse a las necesidades del sistema cardiovascular resulta fundamental para mejorar nuestra condición física y reducir el riesgo de problemas cardíacos. Cada paso que damos hacia una vida activa y saludable es un paso en la dirección correcta para proteger nuestro bienestar y cuidar de nuestro corazón.