Aunque suena a fenómeno del siglo XXI, el término “lavender marriage” tiene raíces en el siglo XIX. Originalmente, describía un matrimonio entre un hombre homosexual y una mujer homosexual, una unión platónica utilizada como tapadera social en una época en la que vivir libremente la orientación sexual era imposible.
Hoy, la Generación Z, que comprende a los nacidos entre mediados de la década de 1990 y principios de la década de 2010, lo ha reinterpretado, se trata de los matrimonios lavanda, una forma de convivencia entre dos personas que deciden compartir sus vidas desde el compromiso y el apoyo mutuo, sin involucrarse en vínculos románticos o sexuales.
A diferencia de los modelos tradicionales basados en el enamoramiento o la atracción sexual, los matrimonios lavanda se centran en vínculos platónicos. Son acuerdos voluntarios entre personas que buscan establecer una vida en común mediante la cooperación emocional, doméstica y financiera, sin pasar por el ideal de pareja romántica.
Para quienes participan de este tipo de unión, la clave es establecer acuerdos claros y expectativas compartidas que permitan construir un entorno de confianza y cuidado mutuo.